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Volumen 2: El agua El funcionamiento del agua

Un aire más cálido produce un sistema de agua menos estable.

Narración de
  • Devika Bakshi

Imaginemos que fuera otoño de 2022. La tierra se ha calentado +1,2 °C desde la era preindustrial. El sistema de agua de nuestro planeta, la red que conecta ríos, lagos y océanos, así como también glaciares, suelo, aire y todos los seres vivos, está cambiando. El incremento de las temperaturas hace que este sistema sea más volátil.

Si pensamos en el planeta como un cuerpo humano, el crecimiento de las temperaturas globales es como un aumento de nuestra temperatura interna. A 37 °C (98,6 °F), nos sentimos cómodos y podemos prosperar, pero un aumento sostenido de apenas uno o dos grados puede ser perjudicial. El ciclo del agua del planeta es como nuestro sistema circulatorio: una intrincada red que transporta un suministro constante de una sustancia crucial que sustenta todas las formas de vida, incluyendo la nuestra. Todo lo que pueda afectar a esta red representa un grave peligro.

Las nubes están formadas por gotitas de agua, cada una de las cuales contiene billones de moléculas de H2O lo suficientemente ligeras como para permanecer suspendidas en el aire. Imagina que una molécula de H2O en la atmósfera se une a una gota cercana, haciéndola lo suficientemente pesada como para caer del cielo en forma de gota de lluvia.

Esta gota salpica en una carretera unos cuatro minutos después de comenzar su descenso. El asfalto no es poroso y el agua debe ir a alguna parte. Los ingenieros que diseñaron la carretera pensaron en los días de lluvia, por lo que la carretera es más alta en el centro y más baja en los lados, lo que permite que la gravedad arrastre el agua hacia la acera. Nuestra molécula se une al agua que corre por la cuneta y cae a través de la rejilla de una alcantarilla pluvial.

Los ingenieros diseñaron esta alcantarilla pluvial para que admitiera un rango de precipitaciones, pero hoy está lloviendo más fuerte de lo previsto en los diseños. El agua casi ha llenado la alcantarilla pluvial y el río al que desemboca está creciendo peligrosamente. Si continúa esta fuerte lluvia, la alcantarilla superará su capacidad y la lluvia subsiguiente permanecerá en la superficie, acumulándose en charcos o balsas en las calles hasta inundar las partes bajas de la ciudad. Por ahora, el sistema está funcionando. Nuestra molécula se convierte en parte de un río que se evacúa rápidamente y, en una hora, está en el océano.

Cuando el océano y la atmósfera están más calientes, el agua se evapora más fácilmente. El aire caliente actúa como una esponja: si hay agua disponible, el aire la extrae de la superficie de la Tierra hasta qué alcanza un punto de saturación.Nuestra molécula pasa ahora menos tiempo en ese océano más cálido antes de separarse del conjunto de otras moléculas de agua, evaporándose de regreso a la atmósfera y siendo arrastrada por el viento.

Nuestra molécula viaja una gran distancia en forma de vapor, llevada por los vientos y volando sobre un bosque. Los árboles transpiran agua de sus hojas y agujas, lo que humedece y enfría el aire que los rodea. Nuestra molécula choca con moléculas transpiradas recientemente y se condensa en una nueva gota de agua en una nube. Otras moléculas se condensan rápidamente, sumando peso, y nuestra molécula vuelve a formar parte de una gota de lluvia que cae sobre la copa de un árbol. Las hojas del árbol y los surcos en su corteza canalizan el agua hacia el tronco y hacia el suelo.

Durante las siguientes semanas, nuestra molécula pasa a través de muchos pequeños organismos que viven en el suelo antes de ser absorbida por las raíces del árbol. Los tubos dentro del tronco la jalan hacia las ramas y hacia las hojas. El envés de las hojas exhala oxígeno y vapor de agua, y nuestra molécula vuelve a estar en el aire.

Por encima del bosque, nuestra molécula es arrastrada más lejos por los vientos predominantes. Tras unos días, se une a otras moléculas en un grupo de nubes sobre una cadena montañosa. Veinte años atrás, en esta época del año, lo típico hubiera sido encontrar nieve a esta altura. Nuestra molécula se habría conectado con otras en un patrón cristalino para formar un copo de nieve, donde habría permanecido todo el invierno.

En la primavera o el verano, la nieve se derretía y se abría paso gradualmente hacia el valle, proporcionando un suministro de agua suave y constante para el pueblo y las granjas. Sin embargo, debido a que el aire es más cálido, la gota de nuestra molécula se hace más grande y pesada. Finalmente, la «esponja» atmosférica alcanza su capacidad máxima y nuestra molécula cae en un diluvio.

A medida que la atmósfera se ha calentado, los patrones locales de precipitación se han mostrado cada vez más erráticos y este valle ha sufrido un par de años en estado de sequía. Uno podría pensar que los aldeanos agradecerían la lluvia, pero el suelo no está listo para ella. Se ha vuelto seco y duro, y gran parte de la vegetación se ha marchitado, una combinación cada vez peor para las lluvias intensas.

Cada pesada gota hace ceder más la reseca superficie y pronto se produce un deslizamiento de lodo que cae y se precipita hacia el lecho del río. Nuestra molécula se convierte en parte de una tumultuosa mezcla de tierra vegetal, plantas y escombros. Las orillas de los ríos se ensanchan, erosionando partes del paisaje con la corriente.

Aguas abajo hay un lago artificial donde los ingenieros construyeron una presa para generar energía hidroeléctrica.  El agua es bienvenida, pero el sedimento y los escombros en el agua no porque elevan el lecho del lago, reducen su capacidad, obstruyen la maquinaria de la presa y amenazan el suministro de agua local de una forma que no pasaba con el antiguo deshielo gradual.

Nuestra molécula se escurre a través de las turbinas de la presa y fluye hacia el delta, donde el río se encuentra con el mar. Los lugareños han abierto canales para regar tierras de cultivo en esta región, y nuestra molécula viaja a un campo. Allí, el arroz es el principal cultivo, y los agricultores lo llevan a cabo sumergiendo la tierra en agua a una rodilla de profundidad. Nuestra molécula circula en el campo por un tiempo, pero en lugar de convertirse en parte de una planta de arroz, la atmósfera cálida la evapora rápidamente.

Este constante movimiento y cambio de líquido a vapor y viceversa es un ciclo dramático y frenético para nuestra molécula. Cada pizca de calentamiento adicional suma energía, volatilidad e incertidumbre a todo el sistema del agua, lo que incrementa el riesgo de que desaparezcan esos patrones estables sobre los que hemos levantado nuestras vidas.

 

Ilustraciones de Berke Yazicioglu